Orden del Carmen


O R D E N   D E   L O S   C A R M E L I T A S

La Orden de los Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, también llamada Orden de los Carmelitas es una congregación religiosa católica,  surgida alrededor del Siglo XII, cuando un grupo de ermitaños, inspirados en el profeta Elías, se retiraron a vivir en el Monte Carmelo; tomando como protectora a la Virgen María. En 1209 reciben del Patriarca de Jerusalén, Alberto de Vercelli, una norma de vida que en 1226 obtuvo la aprobación del Papa Honorio III. La regla subrayaba vigorosamente el carácter de soledad y de vida monástica: los monjes debían vivir en celdas separadas, bajo obediencia, castidad, pobreza, en silencio, oración y ayuno.

 Hacia el 1235, sin embargo, los Carmelitas debieron en parte abandonar el lugar de origen, a causa de los crecientes peligros de la invasión musulmana, mientras otros, intentaban sobrevivir en Tierra Santa. Estos desplazamientos produjeron la expansión de la orden, adaptándola a las nuevas realidades. Se pretendía que los Carmelitas pudieran abrir conventos en las ciudades y realizar trabajos pastorales. Este cambio de estilo de vida fue aprobado por el Papa Inocencio IV en 1247 y reconocido oficialmente por la Iglesia Católica en 1286 por el Papa Honorio IV.

 Con el tiempo se acercaron a los religiosos algunas piadosas mujeres, que buscaban una más profunda espiritualidad, quisieron adaptar el espíritu del Carmelo y su Regla a su condición femenina, bajo la guía de los religiosos. Así nacieron las monjas carmelitas en 1452.

 Para los siglos XV y XVI se produjo un movimiento reformista en el seno de la orden a raíz de una serie de cambios en la regla, aprobados por el Papa Eugenio IV, que suavizaban la observancia más antigua y que no gustaron a ciertos sectores de la orden. Entre sus principales exponentes están el Beato Juan Soreth, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.

 Esta reforma condujo a la división de la orden en dos ramas: Carmelitas de la Antigua Observancia, quienes adaptaron los cambios hechos a la regla primitiva; viven en comunidad en las ciudades, realizando trabajos pastorales y la Orden de los Carmelitas Descalzos, quienes rechazaron los cambios de la regla y se proponían  retornar a la vida centrada en Dios con toda sencillez y pobreza, como la de los primeros eremitas del Monte Carmelo; en una vida de clausura.

 La Orden del Carmen la conforman los frailes que integran la Primera Orden, ya que fueron los fundadores. Las monjas constituyen la Segunda Orden, ya que la rama femenina fue la segunda en conformarse y los laicos asociados o seglares que constituyen la Tercera Orden, ya que fue la última rama en consolidarse; sin embargo es la más amplia de toda la Orden ya que en ella se agrupan las religiosas de vida activa, los miembros de institutos seculares y de grupos con otras formas de consagración que han decidido vivir bajo el carisma del Carmelo; rigiéndose por la misma Regla de la orden y por constituciones propias.

Actualmente la Orden Carmelita se encuentra en todos los continentes haciendo presencia en cada país, al servicio de la sociedad desde las más diversas misiones caritativas, pastorales; unidos por el vínculo del amor, de la espiritualidad y de la comunión de bienes espirituales y por tanto, constituyen en la Iglesia la Familia Carmelita.


C A R I S M A   C A R M E L I T A

El carisma de la Orden del Carmen es el regalo de Dios dado a los primeros ermitaños, el cual ha enriquecido con el paso de los años a todos aquellos que han sentido el llamado a vivir en obsequio de Jesucristo; con corazón puro y recta conciencia. El carisma Carmelita tiene sus características peculiares que se definen bajo cuatro elementos fundamentales.

El primero, la ORACIÓN. Sea la litúrgica como la personal, es una parte integral de la vida del Carmelita. Cada una de las acciones que emprendan estará precedida por la oración. La presencia de Jesús y María en torno a ellos será fuente inagotable que alimentará su espíritu. De ella proviene la mística, como su fruto más preciado.

El segundo, la FRATERNIDAD. Vivir la comunión es una exigencia de nuestra identidad que define y hace concreta nuestra forma de presencia en el mundo. Esta fraternidad implica nuestra relación con Dios y nuestras relaciones fraternas con el prójimo. Cada acción emprendida por los Carmelitas debe proyectar esta fraternidad que brota del corazón maternal de la Virgen Santísima y que produce el fruto de la ternura.

El tercero, la MISIÓN PROFÉTICA. Constituye el apostolado emprendido por cada uno de los Hijos del Carmen; inspirados en las virtudes de su Santísima Madre, la Virgen María. Los Carmelitas, tienen la misión de mostrar el amor de Dios y sus mandatos de vida. Con ello se produce el fruto de la solidaridad. 

      El cuarto, la CONTEMPLACIÓN. Es el corazón del Carisma Carmelitano. Es el elemento dinámico que une todos los elementos: oración, fraternidad y misión. Esta experiencia del desierto, se identifica con la vida contemplativa. La contemplación, descrita como medio para llegar al amor, se entiende como «una progresiva y continua transformación en Cristo, realizada en nosotros por el Espíritu».


ESCUDO   CARMELITA

El Escudo Carmelitano es un emblema verdaderamente bello por su sencillez, célebre por su antigüedad y sagrado por su significado. La representación del escudo carmelita aparece por primera vez hacia finales del siglo XIV, en el 1499. Con la reforma de la orden, el escudo carmelita tuvo algunas variaciones en su diseño, pero manteniendo la misma simbología.   

Una Montaña

Estilizada de color marrón, con las laderas redondeadas, y cuya cima se proyecta hacia el cielo. Se refiere al Monte Carmelo, lugar de origen de la Orden. Los espacios en blanco simbolizan, en conjunto con la cúspide marrón, el hábito Carmelita.  

Tres Estrellas

De seis puntas, situadas una en el centro de la montaña y las otras dos en las laderas laterales. La estrella inferior, de color blanco, representa a la Santísima Virgen, protectora de la Orden; mientras las otras dos estrellas, de color marrón, representan a los profetas Elías y Eliseo.

 Una Corona

Ubicada por encima de montaña. La corona de oro representa la magnificencia de Dios, Todopoderoso. Él es el Soberano supremo del Carmelo, y por ende, de la Orden.

 Un Brazo

Que sale de la corona y sujeta una espada con punta de fuego que simboliza al Profeta Elías cuando dio muerte a los falsos profetas de Baal, por la honra del Señor.

Una inscripción

Situada por debajo de la montaña. En algunos diseños presenta una frase en latín, tomada de 1 de Reyes 19,10: "Zelo zelatus sum pro Domino Deo exercituum" (me consume el celo por el Señor, Dios de los ejércitos). En otros diseños acuña la frase que sintetíza el ideal carmelita: “Servir a Cristo e imitar a María en el espíritu de Elías”.

  Doce Estrellas

Ubicadas por encima de la corona, simbolizan varios aspectos: los doce privilegios y gracias singulares con los que el Señor ensalzó a María, las 12 tribus de Israel y las 12 estrellas descritas en el Apocalípsis 12,1.

 



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